jueves, 27 de octubre de 2016

Fachos


Hace décadas, cuando existía realmente el fascismo, eran los partidos comunistas alineados (o subordinados, mejor dicho) a la Unión soviética, los que más utilizaban el mote de "fascista" para desacreditar a sus adversarios. Era la época en que Stalin -luego de que fracasaran las revoluciones bolcheviques en Hungría y Alemania- promovía los "frentes populares" (alianza de los PC's, con partidos burgueses "democráticos") para desarrollar su política en los paises occidentales y protegerse del expansionismo alemán. Así, quedaban comprendidos en el fascismo todos los que no entraban en esa alianza.

Madrid - 1936
Esta política se detuvo momentáneamente cuando Stalin comprendió que los países "democráticos", bajo la batuta de Inglaterra -que estaba más interesada en lograr que la URSS y Alemania se destruyeran mutuamente- acordó con Hitler el pacto Molotov-Von Ribbentrop. 



Al entrar en guerra Alemania con la URSS, la prédica antifascista, obviamente, se vuelve más virulenta, aunque ahora, el campo de  los luchadores por la "democracia" y la "libertad" incluye, junto a Stalin, a Churchill y Roosevelt.

Los paladines de la libertad - Teherán, 1943

En la Argentina, la acusación de fascista (o filo-nazi) por parte del PC alcanzaba a Perón y su movimiento.

Poco después de terminada la 2da. Guerra Mundial, y con el establecimiento de los dos bloques (socialista y "occidental y cristiano") comienza la "guerra fría" entre ambos. Y vuelve la palabra "fascismo" a ser usada de calificativo contra todos los que se oponen al comunismo. Mientras que con el pretexto de la lucha contra el comunismo, las potencias occidentales combatían a cualquier movimiento que afectara sus intereses. Hasta Perón fue llamado comunista -en un artículo de Alvaro Alsogaray, por la nacionalización de empresas de servicios públicos y el intervencionismo del Estado en la economía.

Pero un día ...

... pero un día cayó el Muro de Berlín, otro día se "esfumó", sin pena ni gloria, la Unión Soviética. La Revolución Cubana -modelo a seguir para muchos- comenzó a perder su brillo.  El cuco comunista ya no asustaba a nadie.

Y mientras lo que queda de la izquierda sigue utilizando el mote de fascista (o "facho") a todos los que se oponen a sus campañas (sea el aborto libre y gratuito, el matrimonio gay, las políticas "de género", etc.), los liberales también acusan de "fascista" a esa izquierda, por la metodología que usan para imponer sus ideas. 



Conclusión: "fascista" se ha convertida en una palabra comodín para descalificar al adversario, aunque quienes la utilizan no tienen la menor idea de lo que es el fascismo.

Alguien que sí sabe que es el fascismo, dedica a este tema una irónica nota en el sitio español ElCadenazo.